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AUTOENGAÑO: LA NEGACIÓN A NOSOTROS MISMOS

Cuando no somos capaces de asumir nuestra realidad tendemos al autoengaño. Es un mecanismo de defensa habitual para evitar sufrir y para no tener que afrontar lo que nos está sucediendo, bien porque no queremos o bien porque sentimos que no podemos hacer nada al respecto. Funciona como protector de nuestra psique ya que ignorando el problema o distorsionando la realidad, logramos conseguir una especie de armonía ficticia.

Asumimos los límites como una verdad absoluta y nos convencemos a nosotros mismos de que “Yo soy así”, “la vida es así” o de que “mejor aceptar las cosas tal y como son”. De esta manera es muy difícil que podamos hacer un giro drástico de nuestro estado, ya que de antemano, creemos que no puede ser de otra manera. Para convivir con esta sensación es necesario ponerse una “venda” que nos impida ver y así: “ojos que no ven, corazón que no siente”, de este modo nos sentimos menos culpables por no responsabilizarnos de nosotros mismos o de la experiencia que vivimos.

Muchas veces echamos la culpa a personas o circunstancias del pasado o del presente para liberarnos de nuestra responsabilidad personal. En el caso de la obesidad, hay que tener en cuenta que nadie ni nada nos obliga a comer en exceso o de forma inadecuada y que sólo de nosotros depende lo que ingerimos.

El único modo de acabar con los autoengaños es empezar a soltar excusas y motivos exógenos para empezar a tomar consciencia de nuestra realidad interior. De ese modo podremos tomar decisiones y emprender cambios.